La visión sociopolítica de Paul Elvere DELSART – Hacia una gobernanza planetaria participativa.pdf
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Titre: La visión sociopolítica de Paul Elvere DELSART – Hacia una gobernanza planetaria participativa
Auteur: Paul Elvere DELSART
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La visión sociopolítica de Paul Elvere DELSART – Hacia una gobernanza planetaria participativa
Capítulo I – El taller del nuevo mundo
En un mundo sumido en la incertidumbre, un hombre se alza para esbozar una alternativa radical: Paul Elvere
DELSART. Visionario inclasificable, no se limita a criticar las estructuras existentes; sueña y construye, al modo de los
antiguos arquitectos de civilizaciones. Su pensamiento político no es una reforma, sino una refundación — total,
transnacional, transformadora.
Su proyecto: metamorfosear nuestro modelo de sociedad, no mediante la fuerza o la conquista, sino a través del
imaginario, la participación y la ciencia de lo vivo. Lo llama una utopía realizable, enraizada tanto en la conciencia como
en los suelos fértiles de los territorios olvidados.
Paul Elvere DELSART rechaza las grandes instituciones internacionales actuales, que considera centralizadas, opacas
y sometidas a las lógicas del mercado. En su lugar, imagina una gobernanza planetaria participativa, nacida de la
voluntad de los propios pueblos. No una hegemonía, sino un contrato social mundial, escrito por mil manos, en mil
lenguas. Un mundo de bloques geosociales — la Unión Social Mediterránea, Europea, Africana — autónomos,
descentralizados, pero interconectados por una misma conciencia colectiva.
Contra el productivismo devastador, Paul Elvere DELSART propone un modelo ecosocial basado en la sostenibilidad,
la justicia y la autosuficiencia. Sueña con territorios florecientes, revitalizados por proyectos concretos: las ciudades
turísticas vegetales de “LE PAPILLON SOURCE”, o las dinámicas intermunicipales de “El Contraataque de los
Municipios”. Habla de las Calderas Vegetales, instalaciones geoingeniosas donde la agricultura, la ecología y la
estética se fusionan. Aquí, la tierra sana y el ser humano recupera su lugar.
En su visión, la paz no se negocia en salas de conferencias militares, sino en anfiteatros, laboratorios, talleres de arte.
Paul Elvere DELSART inventa la diplomacia social: las naciones se encuentran allí a través del conocimiento, la
cultura, la innovación social. Los intercambios intelectuales se convierten en puentes entre los pueblos, las bibliotecas
reemplazan las bases militares.
El corazón del proyecto es un Renacimiento. Pero no el de las élites: un renacimiento popular, planetario, sin fronteras.
Une ciencia y espiritualidad, inteligencia y sabiduría. La educación deja de ser una norma para convertirse en una
búsqueda de despertar. Paul Elvere DELSART llama al advenimiento de una ciencia espiritual, inclusiva, consciente de
las interdependencias del mundo viviente.
A quienes predicen un “choque de civilizaciones”, Paul Elvere DELSART opone la co-construcción de civilizaciones. Su
programa EL4DEV es una respuesta pacífica, estructurada, inclusiva. Teje proyectos transfronterizos que superan las
divisiones religiosas, económicas o identitarias, para federar en torno a un objetivo común: construir una sociedad
planetaria resiliente.
Finalmente, Paul Elvere DELSART no separa lo real de lo imaginario: los entrelaza. A través de la ficción social y los
universos transmedia, moviliza las conciencias. Inventa el Imperio Verde de Oriente y de Occidente, un fresco políticoficcional donde se proyecta un mundo alternativo en gestación. Este relato se convierte en herramienta, palanca,
brújula. Porque para él, el futuro se escribe primero en el imaginario colectivo.
Lejos de ser un simple soñador, Paul Elvere DELSART encarna un proyecto político de nuestro tiempo: sistémico,
participativo, ético. Su método es preciso, guionizado, impulsado por una fe inquebrantable en la inteligencia colectiva y
en la belleza del mundo viviente. Su utopía no es una fuga, sino un llamado: a reinventar la sociedad global mediante la
cooperación, la autonomía local y la ecología integral.
Capítulo 2 – El día en que un país se atrevió a experimentar
Imaginemos. Un país, en algún lugar entre los trópicos y las fallas geopolíticas, decide tomar el camino propuesto por
Paul Elvere DELSART. No a medias, no simbólicamente, sino con resolución. No se trata aquí de un simple ajuste de
políticas públicas, sino de un verdadero cambio de civilización. Los cimientos del Estado se sacuden para construir una
nueva sociedad. ¿Qué ocurriría entonces?
Los impactos serían vastos. Multidimensionales. Profundos.
El primer gran cambio sería en el vínculo entre el individuo y la colectividad. La participación ciudadana, durante mucho
tiempo relegada a las urnas o a las peticiones, se volvería cotidiana. En cada municipio nacerían proyectos
colaborativos, foros populares reinventarían la palabra pública. Las pequeñas municipalidades, a menudo marginadas,
pasarían a estar en el centro de la acción.
Surgiría una nueva identidad nacional, tejida con solidaridad en lugar de competencia. El ciudadano dejaría de ser
consumidor o contribuyente para convertirse en coautor del territorio.
Pero esta transformación no ocurriría sin fricciones. Las viejas estructuras ofrecerían resistencia. Élites políticas,
burocracias centrales, instituciones anquilosadas: todos podrían frenar, esquivar o incluso sabotear. Los propios
marcos jurídicos, concebidos para estabilizar un orden antiguo, tendrían que ser reinventados desde la raíz.
En el campo y en la ciudad, la naturaleza recuperaría sus derechos — no por abandono, sino por cuidado. Las
Calderas Vegetales, infraestructuras híbridas que combinan ecología, agricultura y estética, restaurarían los
ecosistemas dañados. La agricultura regenerativa sustituiría a la intensiva; las energías renovables, locales y
descentralizadas, reducirían la dependencia energética.
Los circuitos cortos redefinirían las cadenas de suministro, y el urbanismo se volvería verde, resiliente, respirable.
Pero también aquí nada sería fácil. Las tecnologías necesarias, aún en desarrollo a gran escala, presentarían desafíos
de adaptación. Y el país, orientado hacia una economía ecológica y lenta, podría chocar con la impaciencia de los
mercados globales.
La economía cambiaría de naturaleza. Adiós al crecimiento ilimitado, bienvenida a una economía circular y cooperativa
centrada en el bien común. El empleo se redefiniría: se contrataría en educación, medio ambiente e innovación social.
El turismo mismo se volvería sostenible, arraigado en los territorios.
Sin embargo, este nuevo paradigma inquietaría a los inversores tradicionales. Las agencias de calificación bajarían su
nota. El FMI, el BCE y otros grandes financiadores verían con malos ojos esta divergencia. La transición,
especialmente en su fase inicial, podría ser costosa. Haría falta coraje político, pero también nuevas alianzas.
En la escena internacional, este país podría convertirse en un faro moral y ecológico. Despertaría el interés de los
pueblos, inspiraría a otros líderes, crearía un efecto dominó. Tendría la mano tendida hacia aquellos que sueñan con
un orden mundial más justo.
Pero también se convertiría en objetivo. Un país que renuncia a los dogmas dominantes incomoda. Podrían llover
sanciones, romperse alianzas. No se descartarían operaciones más sutiles — de desestabilización, influencia o
descrédito. Necesitaría, más que nunca, una diplomacia inteligente, alianzas firmes y una gran resiliencia interna.
La reforma educativa sería quizás la más estructurante. Fin de los programas estandarizados, fin de las jerarquías
rígidas entre saberes teóricos y prácticos. La escuela se convertiría en un lugar de despertar, cooperación, creatividad
ética y ecológica. Se valorizarían los saberes locales, los relatos territoriales, las lenguas olvidadas.
Pero los docentes, las universidades, los ministerios resistirían ante lo desconocido. Habría que transformar
profundamente las mentalidades, acompañar con formación masiva y sostener el proceso a lo largo de varias
generaciones.
Este país, al elegir el camino de Paul Elvere DELSART, no se limitaría a experimentar. Encarnaría una ruptura
histórica. Una alternativa tangible a la globalización neoliberal. Ganaría en autonomía, justicia social y cohesión
territorial. Reduciría sus desigualdades y sanaría su relación con lo viviente.
Pero también enfrentaría enormes turbulencias: presiones externas, resistencias internas, desafíos económicos. Su
éxito dependería de tres claves: la profundidad de su compromiso, su capacidad de adaptación y su fuerza en la
cooperación internacional.
Si este país resiste, no sería solo un laboratorio político. Sería el primer capítulo de un mundo que se reinventa.
Capítulo 3 – Marruecos, puerta del cambio
¿Y si Marruecos, cruce milenario entre África, Europa y el mundo árabe, decidiera abrazar plenamente el camino
propuesto por Paul Elvere DELSART y su programa EL4DEV? En un mundo en búsqueda de sentido, el Reino jerifiano
podría convertirse en el primer país en experimentar a gran escala este modelo utópico, sistémico y transformador. Una
apuesta audaz, sin duda — pero cargada de potencialidades inéditas.
¿Qué significaría concretamente esta elección para Marruecos, en sus estructuras, sus territorios, su pueblo?
La primera gran reforma afectaría al corazón mismo de la arquitectura del Estado: la gobernanza. El centralismo
histórico, heredado tanto de tradiciones monárquicas como de lógicas coloniales, daría paso a una nueva dinámica
participativa.
Los pequeños municipios rurales, durante mucho tiempo olvidados o dependientes de Rabat, se convertirían en nodos
de innovación territorial. Serían integrados en una Agrupación Nacional de Interés Económico y Social, un mecanismo
híbrido de codesarrollo que asociaría a ciudadanos, cargos electos locales, empresarios e investigadores.
El poder ya no descendería desde lo alto: circularía horizontalmente, en una lógica de inteligencia colectiva. Las
asambleas ciudadanas, los laboratorios locales de ideas, las cooperativas intermunicipales conformarían el nuevo
paisaje político.
A través de este modelo, Marruecos podría convertirse en una referencia africana en gobernanza descentralizada,
articulando tradición, participación y resiliencia.
Pero un giro de tal magnitud inevitablemente chocaría con las estructuras establecidas. El Majzén, los ministerios, los
cuerpos prefecturales — todos podrían percibir esta descentralización como una amenaza a su autoridad. Serían
inevitables las tensiones. El éxito dependería de una mediación política hábil y de una voluntad clara desde la cúspide
del Estado.
Desde el Haouz hasta los confines saharianos, emergería otro Marruecos. Allí donde la desertificación amenaza,
echarían raíces las Calderas Vegetales. Estos ecosistemas artificiales pero vivos, que combinan geoingeniería suave,
agricultura regenerativa y arquitectura vegetal, reverdecerían las tierras áridas.
La agricultura tradicional, a menudo sometida a las inclemencias del clima y a las presiones del mercado global, daría
paso a una producción local, sostenible, nutritiva y autónoma.
El Reino se convertiría en pionero continental de la regeneración ecológica, capaz de exportar su saber hacer en
geoingeniería verde, al tiempo que desarrolla un agroturismo experimental basado en la belleza, la pedagogía y la
espiritualidad.
Pero este giro ecológico podría enfrentarse a la hostilidad de las grandes explotaciones agroindustriales, de las
empresas ligadas a las importaciones alimentarias o de ciertos socios comerciales. El interés general tendría entonces
que prevalecer sobre los intereses privados.
En el centro de esta transformación, una palabra clave: transmisión. La educación sería repensada como palanca de
transformación social. Las infraestructuras "LE PAPILLON SOURCE", a medio camino entre campus, oasis educativa y
lugar de vida, acogerían a jóvenes rurales, investigadores, inventores, artistas — tanto marroquíes como
internacionales.
Allí se aprendería no a reproducir, sino a reinventar: ingeniería sistémica, ecospiritualidad, cooperación, lenguas
antiguas y artes vernáculos.
Nacería una nueva forma de soft power marroquí, basada en la sostenibilidad, la belleza y la interconexión humana.
Los saberes ancestrales bereberes, árabes, andaluces, serían revisitados a la luz de los desafíos contemporáneos.
El reto, sin embargo, sería colosal: reformar un sistema educativo a menudo rígido, jerarquizado, e inadaptado a las
realidades rurales. Habría que formar docentes, reescribir los planes de estudio, cambiar incluso la finalidad de la
escuela.
En el plano económico, el giro sería igual de radical. El turismo de masas, concentrado en las ciudades imperiales y las
costas, daría paso a un turismo educativo, científico, espiritual. Se vendría a Marruecos no para consumir, sino para
aprender, meditar, crear.
Los municipios rurales se volverían financieramente autónomos, generando sus propios recursos mediante la
bioconstrucción, la permacultura y la artesanía tecnológica.
Se crearían miles de empleos, pero dentro de un marco cooperativo, donde la riqueza se comparte.
Los obstáculos, no obstante, serían considerables. Las inversiones iniciales para construir las infraestructuras, formar a
las personas y asegurar la transición energética serían significativas. Y los financiadores internacionales tradicionales
(Banco Mundial, FMI…) podrían mostrarse reticentes ante un modelo que no controlan.
Finalmente, en el plano geopolítico, Marruecos podría encarnar un rol inédito: el de puente entre continentes, de líder
moral dentro de una Unión Social Mediterránea.
Con socios como Túnez, Portugal o el sur de España, sería el motor de un altermundialismo mediterráneo, basado en
la paz, la cooperación cultural y la diplomacia ciudadana.
Ya no se trataría de alinearse con bloques de poder, sino de crear una vía intermedia: ni neoliberal ni autoritaria, sino
humanista, ecológica, enraizada y abierta.
Este reposicionamiento, sin embargo, podría provocar resistencias. Al cuestionar ciertos acuerdos económicos clásicos
o ciertas alianzas estratégicas, el país se expondría a presiones diplomáticas y económicas.
Si Marruecos abrazara la visión de Paul Elvere DELSART, no sería solamente un país en transición. Se convertiría en
un prototipo civilizacional, en una cabeza de puente hacia un nuevo mundo.
Pero este cambio requeriría tres cosas:
1. Una voluntad política fuerte y valiente.
2. Una movilización de las fuerzas locales: jóvenes, municipios, investigadores, emprendedores sociales.
3. Un cambio de mirada entre las élites, que deben pasar del control a la facilitación, de la dominación a la
cooperación.
El camino estaría lleno de obstáculos, pero rebosante de esperanza. Porque quien se atreve a reinventar la sociedad
no solo abre un camino: inaugura una era.
Capítulo 4 – Camerún en la encrucijada del mundo
Camerún, país de mil rostros, mosaico étnico y geográfico en el corazón de África Central, podría convertirse en la
matriz de una revolución suave. ¿Y si, mediante un giro político inesperado, este país decidiera seguir el camino
propuesto por Paul Elvere DELSART, su hijo espiritual, adoptando plenamente los principios del programa EL4DEV? El
resultado sería una refundación civilizacional profunda, impulsada por los municipios, la juventud y la propia tierra.
Esta simulación, lejos de ser un mero ejercicio intelectual, traza los contornos de una transformación sistémica y un
renacimiento identitario de gran envergadura.
El Camerún actual se caracteriza por una gobernanza vertical, centralizada en torno a Yaundé. La administración, los
recursos y las decisiones están concentrados, dejando poca autonomía a las colectividades locales.
En un Camerún del programa EL4DEV, este modelo se invertiría. Los municipios rurales, especialmente los del Centro,
el Este y el Gran Norte, se convertirían en los nodos de una gobernanza participativa. Gracias a la creación de una
Agrupación Nacional de Interés Económico y Social, podrían mutualizar sus recursos, cogestionar proyectos públicos y
tomar en sus manos su propio destino económico.
Este modelo transformaría al municipio de una entidad dependiente a un actor estratégico. El poder volvería a circular
por los territorios, liberando la inteligencia local, las dinámicas endógenas y las solidaridades ancestrales.
Pero esta reforma enfrentaría inevitablemente resistencias: las de la administración central, los gobernadores
regionales e incluso el poder presidencial, poco dispuesto a ceder control.
En las regiones áridas del Extremo Norte y el Adamaoua, o en los bosques sobreexplotados del Sureste, se
implantarían Calderas Vegetales como islotes de ecosistemas regenerativos. Estas instalaciones, que combinan
naturaleza y tecnología suave, se convertirían en símbolos de una nueva relación con la tierra.
La monocultura, los insumos químicos, la dependencia de la agroindustria importada serían reemplazados por una
policultura resiliente, biológica, nutrida de saberes agrícolas ancestrales.
Las infraestructuras “LE PAPILLON SOURCE” servirían a la vez como granjas, centros educativos y polos turísticos.
Producirían un excedente alimentario redistribuido gratuitamente, al tiempo que atraerían a visitantes interesados en
estudiar y experimentar este nuevo modelo de vida.
Este giro ecológico permitiría a Camerún conquistar su autonomía alimentaria, detener el éxodo rural y devolver
dignidad viva a las zonas rurales.
Pero aquí también surgirían conflictos: acceso a tierras, oposición de grandes explotadores e incluso perturbaciones en
las redes de importación y ayuda alimentaria.
El programa EL4DEV para Camerún no se limitaría a reformar la economía o la ecología: reinventaría la forma de
aprender y transmitir.
Nuevas ciudades educativas rurales acogerían a jóvenes líderes, inventores de la diáspora, investigadores africanos,
en torno a valores de cooperación, espiritualidad e innovación local. Allí se estudiarían las lenguas camerunesas, los
mitos fundacionales, las tecnologías naturales y las artes vernáculas.
Una renacimiento cultural panafricano emergería del territorio, impulsado por la riqueza plural del país: Fang, Bamiléké,
Peul, Ewondo, Bassa... Cada una de estas culturas no sería folclorizada, sino erigida como fundamento de una unidad
viva y dinámica.
Pero este sueño no se realizaría sin enfrentar los corsés del sistema educativo actual, a menudo heredado de Francia,
rígido, centralizado y poco adaptado a las realidades rurales o a las aspiraciones modernas.
Los municipios, convertidos en potencias económicas locales, invertirían en proyectos estructurales: agricultura
sostenible, ecoturismo, educación alternativa, construcción ecológica.
Serían copropietarios de las infraestructuras, partes activas en los beneficios económicos, y ya no simples receptores
de fondos condicionados.
El sur forestal, los volcanes del oeste y las sabanas del norte se convertirían en destinos de turismo científico,
educativo y espiritual. Visitantes de todo el mundo vendrían a vivir una experiencia inmersiva en un Camerún
reinventado.
Este sistema estimularía la economía informal organizándola en torno a mecanismos de redistribución equitativa.
Microemprendedores rurales, mujeres y jóvenes encontrarían allí un marco seguro para emprender y crear.
Sin embargo, los primeros fondos serían difíciles de movilizar. Las redes de corrupción, la inestabilidad administrativa y
la lentitud burocrática podrían obstaculizar la implementación.
Como tierra natal de Paul Elvere DELSART, Camerún tendría una legitimidad única para convertirse en la cuna de una
nueva visión panafricana. El país podría encarnar, a través del programa EL4DEV, una filosofía política posoccidental,
centrada en la ecología, el intelecto y la cooperación cultural.
Jugaría un papel central en la fundación de una Unión Social Africana, junto a países líderes como Etiopía, Marruecos,
Senegal o Ghana.
Esta diplomacia no alineada, pero ambiciosa, permitiría a Camerún romper con los modelos extractivistas o
militarizados impuestos por ciertas potencias extranjeras (Francia, China, Rusia…). Sentaría las bases de un nuevo
humanismo africano.
Pero una postura así podría provocar fricciones geopolíticas. Los antiguos socios económicos, poco dispuestos a
perder sus privilegios, podrían ejercer presiones políticas, financieras o incluso mediáticas.
Si Camerún se atreviera con esta transformación — si adoptara realmente el programa EL4DEV como matriz nacional
— podría:
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Romper con un modelo heredado de la colonización, basado en la asistencia y la dependencia.
Revitalizar sus zonas rurales, reducir la pobreza y el éxodo rural.
Brillar como faro de un panafricanismo cooperativo, ecologista, espiritual y creativo.
Pero esta mutación no vendría desde arriba. Requeriría:
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Un compromiso sincero de las élites políticas, aceptando compartir el poder con los territorios.
Una movilización de las nuevas generaciones, dispuestas a regresar, crear y soñar aquí en lugar de allá.
Y sobre todo, una resiliencia colectiva, capaz de superar bloqueos estructurales, inercias mentales y amenazas
externas.
Porque todo país que elige inventar una nueva civilización debe, ante todo, atreverse a creer en sí mismo.
Capítulo 5 – España: La vanguardia de un Renacimiento Euro-Mediterráneo
Entre los numerosos territorios mencionados en el programa EL4DEV, España ocupa un lugar singular. No solo como
una posible candidata, sino como tierra piloto, punto de anclaje inicial de una inédita experimentación civilizatoria. Es
en el municipio de Torreblanca, situado en la provincia de Castellón, donde se imaginaron los primeros pilares de esta
visión.
¿Y si España decidiera convertir esta iniciativa local en un proyecto nacional? ¿Si abrazara plenamente el camino
político, ético y ecológico propuesto por Paul Elvere DELSART? Una decisión así redefiniría no solo su propio futuro,
sino quizás el de toda la región euro-mediterránea.
España inició desde hace tiempo un proceso de descentralización a través de sus Comunidades Autónomas, cada una
dotada de amplias competencias. Pero en el modelo EL4DEV, este proceso se profundizaría y reorientaría: el municipio
local —en especial los pequeños municipios rurales de menos de 5.000 habitantes— se convertiría en el corazón
palpitante de la gobernanza participativa.
Regiones como Castilla-La Mancha, Aragón, Galicia o Extremadura, marcadas por la despoblación y el abandono rural,
verían renacer su papel estratégico. Gracias a la constitución de una Agrupación Nacional de Interés Económico
Social, los municipios cooperarían en proyectos agrícolas, educativos, turísticos y sociales.
Esta organización descentralizada permitiría reconstruir la cohesión territorial, reequilibrar la relación ciudad-campo y
volver a colocar al ser humano en el centro de la decisión política.
Pero esta reinvención no estaría exenta de tensiones: conflictos de competencias con las Comunidades Autónomas,
resistencia del Estado central e inercias burocráticas podrían ralentizar esta transformación.
En las tierras secas de Murcia, en las zonas vulnerables del sur de Aragón o en los valles áridos de Extremadura, se
implantarían las Calderas Vegetales. Estos oasis artificiales, verdaderos microclimas circulares, reintroducirían la
biodiversidad, la frescura y la fertilidad.
En estas zonas anteriormente olvidadas, la agricultura tomaría un rumbo decididamente ecológico, con bajo consumo
de agua y respeto por los suelos. España, amenazada por el estrés hídrico y la agricultura intensiva, tendría aquí los
medios para alcanzar una soberanía alimentaria sostenible.
Alrededor de las Calderas se alzarían las infraestructuras “LE PAPILLON SOURCE”, combinando educación,
espiritualidad, turismo científico y autonomía local. Estos espacios híbridos atraerían investigadores, agricultores
innovadores, curiosos y voluntarios de todo el mundo.
Esta reconquista territorial reforzaría la autosuficiencia, el empleo rural y la gestión responsable de los recursos
naturales.
Sin embargo, la dependencia actual de la Política Agrícola Común (PAC), así como los intereses poderosos de las
cooperativas agrícolas industriales, podrían obstaculizar esta transición.
El programa EL4DEV convierte a España en el terreno europeo de un Segundo Movimiento de Renacimiento, tanto
intelectual como ético y espiritual. Allí donde España brilló en el pasado con sus universidades medievales, sus
pensadores y sus intercambios intercontinentales, podría volver a convertirse en un cruce de caminos de ideas y
significado.
Nacerían ciudades educativas rurales, acogiendo investigadores, pedagogos, artistas y pensadores de todos los
orígenes. Estos espacios, conectados con África, América Latina y también con Asia, permitirían experimentar nuevas
formas de transmisión, de ética aplicada y de ciudadanía consciente.
Lejos de un retorno al pasado, este renacimiento sería laico y humanista, pero enraizado en las culturas mediterráneas,
los saberes populares y las espiritualidades vivas.
España, antaño imperio, se convertiría en refugio y trampolín hacia un futuro posnacional, anclado en la diversidad.
El corazón económico del programa EL4DEV en España se sitúa en la cooperación territorial y la solidaridad de
proximidad.
Los municipios rurales, juntos, invertirían en infraestructuras rentables y sostenibles: alojamientos ecológicos,
restaurantes participativos, escuelas alternativas, centros de formación transdisciplinarios. Esta economía se basaría
en:
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El ecoturismo inteligente,
La innovación social local,
Los circuitos cortos agrícolas,
Y una diplomacia cultural activa.
La riqueza producida se redistribuiría de forma equitativa, reinvirtiéndose en el tejido local, estimulando el empleo, el
emprendimiento rural y el orgullo comunitario.
Pero varios desafíos amenazan este modelo: la especulación inmobiliaria en zonas rurales, la desconexión de las
nuevas generaciones, y la dificultad para iniciar los primeros ciclos de inversión.
A nivel internacional, España adoptaría una posición geopolítica inédita, basada en la cooperación civilizatoria y la
diplomacia social.
Se convertiría en uno de los motores de la Unión Social Mediterránea, un espacio transfronterizo de diálogo cultural,
ecológico e intelectual. Al aliarse con países como Marruecos, Túnez, Francia, Portugal o Italia, contribuiría a construir
un eje sur ético, menos dominado por las lógicas tecnocráticas de Bruselas.
Esta diplomacia ofrecería una alternativa a los conflictos geoeconómicos clásicos, apostando por la cultura, la
educación y el medio ambiente como palancas de paz.
Pero una orientación así podría generar fricciones con las instituciones europeas, sobre todo si cuestiona los marcos
neoliberales, la centralización tecnocrática o las normas impuestas por el mercado único.
Si España abrazara plenamente el programa EL4DEV, no se convertiría simplemente en un “caso aparte”. Sería la
primera nación de Europa occidental en comprometerse con el camino de una renovación civilizatoria, mezclando:
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Ruralidad reencantada,
Ecología pragmática y poética,
Espiritualidad laica y ciencia social,
Y cooperación internacional a través del ser humano y la tierra.
Propondría un modelo inspirador para el Sur global, en particular para el norte de África y América Latina, con quienes
comparte una historia compleja, pero también un imaginario profundo.
Pero esta ambición exige:
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Una nueva alianza entre los municipios rurales, la juventud y los innovadores libres,
Una ruptura asumida con las lógicas de rentabilidad rápida, de explotación territorial y de alienación cultural.
Entonces, España podría volver a ser, no un imperio, sino una luz suave en los caminos mediterráneos del futuro.
Capítulo 6 – Portugal: El despertar discreto de un faro civilizacional atlántico
En el concierto de las naciones mediterráneas, Portugal se distingue por su escala humana, su rico legado cultural, sus
territorios rurales olvidados y su apertura natural hacia los mundos atlánticos. Este país, durante mucho tiempo
orientado hacia el mar, se encuentra hoy en una encrucijada. ¿Y si, en lugar de fundirse en los modelos dominantes,
decidiera trazar otro camino — más ético, más poético, más resiliente?
El programa EL4DEV, impulsado por Paul Elvere DELSART, podría encontrar en Portugal un terreno fértil para hacer
germinar una transición política, económica, ecológica y civilizacional. Un laboratorio al aire libre para el sur de Europa,
conectado con África lusófona y América Latina.
Portugal es un país de aldeas. Cientos de pequeñas municipalidades salpican el norte montañoso, las mesetas del
centro y las llanuras del Alentejo. Muchas están marcadas por la pobreza, el aislamiento, el envejecimiento
demográfico y, a veces, por cierto olvido administrativo.
El programa EL4DEV propondría un nuevo contrato social rural: las municipalidades se agruparían dentro de una
Agrupación Nacional de Interés Económico Social. Juntas, se convertirían en co-iniciadoras y copropietarias de
proyectos estructurantes en los ámbitos del turismo educativo, la agroecología, la vivienda ética y la cultura.
Esta mutualización de esfuerzos y recursos devolvería una voz política fuerte al campo, atraería a familias, jóvenes
emprendedores y promotores de proyectos, y favorecería un renacimiento progresivo del territorio.
Sin embargo, la iniciativa se enfrentaría a las resistencias naturales de la administración portuguesa, conocida por su
pesadez, y al escepticismo de los cargos locales poco acostumbrados a enfoques transversales o percibidos como
“utópicos”.
En las regiones secas del Alentejo, donde el monocultivo intensivo ha empobrecido los suelos, o en los valles húmedos
del norte interior, las Calderas Vegetales del programa EL4DEV ofrecerían una respuesta concreta a la crisis climática
y a la erosión ambiental.
Estas infraestructuras híbridas — a la vez ecosistemas restauradores, centros pedagógicos y polos turísticos
innovadores — permitirían:
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Regenerar los suelos y los acuíferos,
Frenar la desertificación rampante,
Fomentar una agricultura resiliente, sobria y arraigada en los saberes campesinos.
Portugal, a menudo visto como periférico en Europa, podría convertirse en un líder discreto pero influyente de la
transición agroecológica del sur europeo.
No obstante, esta dinámica podría encontrar la oposición de los intereses agrícolas industriales, aún poderosos, y
sufriría un retorno de inversión lento — poco compatible con las lógicas actuales de subvenciones.
Portugal porta un alma antigua. En sus azulejos, su fado, sus relatos marítimos y sus poesías místicas, se esconde una
cosmología popular y metafísica que solo espera florecer de nuevo.
Los centros LE PAPILLON SOURCE, imaginados por el programa EL4DEV, ofrecerían un escenario para este
resurgimiento. Allí se desarrollaría una educación alternativa, interdisciplinaria y cooperativa, inspirada tanto en las
tradiciones locales como en las pedagogías innovadoras.
Lejos de los currículos rígidos, estos lugares valorarían:
•
•
•
El aprendizaje por la experiencia,
La transmisión intergeneracional,
Y una espiritualidad laica, arraigada en la naturaleza y la historia.
El patrimonio cultural portugués sería colocado en el centro, no como objeto de museo, sino como vector vivo de
diplomacia cultural, creación contemporánea y diálogo intercivilizacional.
Así se dibujaría un Portugal reconciliado consigo mismo, apaciguado y audaz.
El modelo económico propuesto por el programa EL4DEV no apuesta por el crecimiento cuantitativo, sino por la
riqueza de los vínculos, los saberes y la cooperación local.
En esta visión, las municipalidades rurales portuguesas se convertirían en las protagonistas de un turismo con sentido,
basado en:
•
•
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La ecología experiencial,
El bienestar colectivo,
Y la artesanía comunitaria y artística.
Gracias a un modelo de propiedad compartida, los ingresos derivados de estas actividades serían redistribuidos
equitativamente, reforzando la independencia económica local.
Portugal podría así convertirse en un destino privilegiado para los nómadas éticos, los artistas en residencia, los
investigadores independientes y los cooperadores europeos.
Pero persisten obstáculos: la dependencia histórica de los fondos europeos, la invasión de capitales extranjeros en el
sector inmobiliario y la ausencia de una visión económica a largo plazo a nivel nacional.
En la arquitectura geopolítica del programa EL4DEV, Portugal no es ni periférico ni menor. Por el contrario, se
convertiría en un nodo de mediación y proyección.
Como puente natural entre Europa, África lusófona (Angola, Mozambique, Cabo Verde) y América del Sur
(notablemente Brasil), llevaría una diplomacia social centrada en:
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•
•
La cooperación cultural,
La ecología regenerativa,
Y el diálogo espiritual poscolonial.
Integrado en la futura Unión Social Mediterránea, Portugal podría hacer oír una voz humanista, construida sobre la
confianza, la reciprocidad y la sobriedad.
Sería una forma de soft power nuevo, fundado no en la influencia económica o militar, sino en la ética, la belleza y la
sabiduría colectiva.
Si Portugal abrazara el camino propuesto por el programa EL4DEV, no se convertiría en una excepción aislada, sino en
un precedente inspirador. Reactivaría sus territorios, redefiniría su identidad y construiría un futuro inclusivo, sobrio,
arraigado y universalmente compartible.
Este proyecto civilizacional ofrecería al país:
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Un renacimiento rural basado en la cooperación,
Una visibilidad internacional fundada en la ecología y la cultura,
Y una nueva narrativa nacional, armonizando tradición e innovación.
Pero esta transformación exigiría:
•
•
•
Una movilización sincera de los cargos locales y de las jóvenes generaciones rurales,
Un reequilibrio de las prioridades económicas nacionales,
Y una ruptura valiente con el modelo turístico extractivo y el liberalismo pasivo de la Unión Europea.
Solo entonces, Portugal podría convertirse en lo que siempre ha presentido: un pequeño país con un gran alma, guía
discreto de un mundo en reinvención.
Capítulo 7 – Italia: La cuna de un nuevo renacimiento social
En el corazón del Mediterráneo, entre montañas, volcanes y mares, Italia despliega un paisaje humano y natural de una
riqueza inigualable. Su entramado de pequeñas municipalidades, su legado artístico y filosófico, su diversidad
geográfica y su historia de fragmentación política la convierten en una candidata paradójica pero poderosa para
experimentar un cambio de rumbo civilizacional. Si Italia adoptara el camino propuesto por Paul Elvere DELSART a
través del programa EL4DEV, no solo podría transformar su propia estructura interna, sino también reposicionar su
papel en el mundo, asumiendo un liderazgo moral y cultural arraigado en su pasado y proyectado hacia el futuro.
La primera transformación, profundamente política, afectaría la estructura comunal del país. Italia cuenta con más de
7.900 municipalidades, de las cuales una gran mayoría tiene menos de 5.000 habitantes. Estas pequeñas comunas, a
menudo situadas en los Apeninos, el sur peninsular o insular —en Calabria, Basilicata, Cerdeña o Sicilia— viven hoy a
la sombra de un progresivo declive demográfico. Con el programa EL4DEV, se convertirían en los ejes de una
Agrupación Nacional de Interés Económico Social, capaz de concebir y gestionar proyectos colectivos, cooperativos y
éticos. Tal arquitectura permitiría combatir eficazmente el éxodo rural, el desempleo juvenil crónico y la
hipercentralización urbana. Sin embargo, una transformación de este tipo inevitablemente se enfrentaría al enredo
institucional del país, a una burocracia conocida por su lentitud, y a una desconfianza histórica entre los territorios del
norte y del sur.
El segundo eje de transformación se referiría a la ecología territorial y la revitalización rural. Las Calderas Vegetales,
esos sistemas híbridos de regeneración de ecosistemas y reactivación socioeconómica, encontrarían en Italia un
terreno de experimentación ideal. En zonas áridas o marginadas, como ciertas partes de Sicilia, Apulia o Cerdeña,
actuarían como barreras frente a la desertificación, la pérdida de biodiversidad y la creciente sequía. Paralelamente, el
programa fomentaría una transición suave pero firme hacia una agroecología inteligente, anclada en las tradiciones
agrícolas locales y valorando las producciones de nicho. El Mezzogiorno, largo tiempo percibido como un problema
geográfico y económico, podría convertirse en un modelo mediterráneo de resiliencia climática. No obstante, la
resistencia de los intereses agroindustriales, a veces vinculados a redes mafiosas, representaría un desafío
considerable en ciertas regiones.
Italia no solo se transformaría en sus estructuras o sus campos, sino también en su manera de pensar, enseñar y
transmitir. Heredera directa del Renacimiento, cuna del humanismo europeo, podría, bajo el impulso del programa
EL4DEV, volver a ser un centro intelectual de primer nivel. Paul Elvere DELSART habla de un “Segundo Movimiento de
Renacimiento”, y es en Italia, tierra de los Médici y de Leonardo da Vinci, donde este movimiento podría tomar forma
con mayor fuerza simbólica. En los pueblos históricos en declive, se crearían ciudades educativas rurales que
integrarían arte, filosofía, ecología y prácticas cooperativas. Estos lugares de emulación intergeneracional reactivarían
los centros medievales y barrocos como espacios vivos de saber, creación y contemplación. El genio italiano, largo
tiempo reprimido por la uniformización económica y turística, podría desplegarse allí de una forma renovada.
La transformación económica, por su parte, seguiría un camino original. En lugar de apostar por la industrialización o el
turismo de masas, el modelo propondría un desarrollo basado en la economía circular, los saberes artesanales y
servicios educativos orientados a la cooperación y la búsqueda de sentido. Parques temáticos educativos o centros de
turismo científico y espiritual podrían surgir en regiones poco frecuentadas, lejos de los circuitos turísticos saturados.
Este movimiento generaría empleos sostenibles, a menudo no deslocalizables, y ofrecería a las pequeñas comunas
nuevas fuentes de ingresos sin comprometer su integridad cultural. Sin embargo, la inercia del modelo económico
dominante, la persistente dependencia de las subvenciones europeas y el poder de atracción del turismo clásico
podrían frenar esta mutación.
Finalmente, en el plano geopolítico, Italia podría recuperar un papel central dentro del espacio mediterráneo. Como
miembro fundador de la futura Unión Social Mediterránea junto a Portugal, España, Marruecos y Grecia, tendría la
oportunidad de asumir un liderazgo inédito: el de la diplomacia social. Movilizando su capital cultural, intelectual y
espiritual, reforzaría su soft power y restauraría una influencia internacional que parece haber perdido desde hace
varias décadas. Esta postura de mediación, basada en la escucha, la cooperación y la belleza del diálogo, colocaría a
Italia en el centro de un nuevo equilibrio mediterráneo, entre Europa, el norte de África y el Levante. No obstante, este
rol podría provocar tensiones con ciertas instituciones europeas, especialmente si el modelo EL4DEV llegara a
contradecir de forma directa los fundamentos económicos y políticos de la Unión.
En conclusión, Italia posee todos los atributos para convertirse en un laboratorio viviente del programa EL4DEV. Su
patrimonio multisecular, sus territorios en crisis, sus talentos dispersos, su riqueza humana aún vibrante, la convierten
en un espacio potencial de renacimiento integral. Al asumir tal transición, podría revitalizar sus pueblos olvidados,
devolver un profundo sentido a su arte de vivir, y volver a ser un faro cultural en el espacio euro-mediterráneo.
Pero este éxito requeriría una voluntad política audaz, arraigada en las realidades locales. Exigiría una movilización
ciudadana transversal, capaz de unir a jóvenes, investigadores, agricultores, artesanos y artistas en torno a una visión
común. Y sobre todo, implicaría un acto de fe colectivo: la decisión de salir del paradigma productivista, para abrazar
una concepción holística del progreso, donde la economía esté al servicio de la vida, y no al revés.
Capítulo 8 – Grecia: El regreso al aliento de los orígenes
Frente al mar Egeo, en el corazón de un mundo en transformación, Grecia se mantiene como una memoria viva.
Alberga en sí las raíces de un pensamiento universal, de un arte de vivir orientado hacia el equilibrio, la belleza y la
medida. Sin embargo, este país, antaño cuna de ciudades filósofas, ha sido duramente golpeado por las crisis
económicas, la desertificación de sus campos y el despoblamiento de sus islas. Hoy, quizá sea precisamente por esta
fragilidad que Grecia aparece como un terreno fértil para una refundación sistémica a través del programa EL4DEV,
impulsado por Paul Elvere DELSART. Adoptar este camino significaría para ella reconectar con sus fuentes más
profundas y, al mismo tiempo, trazar una senda radicalmente nueva.
Uno de los pilares de esta transformación sería la reorganización del territorio mediante una gobernanza participativa
insular. Las Cícladas, el Dodecaneso, las islas del Egeo Norte albergan un mosaico de pequeñas municipalidades
aisladas, a menudo en declive demográfico y económico. Gracias al modelo EL4DEV, estas comunidades podrían
agruparse en una Agrupación Nacional de Interés Económico Social, mutualizando sus recursos y visiones para iniciar
proyectos comunes. Infraestructuras de ecoturismo, iniciativas agrícolas innovadoras, centros educativos colaborativos:
las islas se reinventarían en una lógica de cooperación interinsular. La autonomía financiera, la revitalización territorial y
la cohesión social se verían así reforzadas. No obstante, la persistente centralización de la administración griega y la
falta de experiencia en gobernanza colaborativa serían obstáculos a superar.
Más allá de la dimensión organizativa, Grecia podría convertirse en un terreno pionero de regeneración ambiental y
agroclimática. Las cicatrices dejadas por los incendios en el Peloponeso o en Eubea, así como la creciente sequía en
Creta, muestran la urgencia de una respuesta ecológica a la altura de los desafíos. La instalación de Calderas
Vegetales en estas regiones permitiría restaurar los ecosistemas, enriquecer los suelos, favorecer la humedad y la
biodiversidad. La transición hacia una agricultura diversificada, local, autosuficiente y descarbonizada adquiriría aquí un
sentido vital. Al convertirse en un verdadero laboratorio mediterráneo de resiliencia ecológica, Grecia no solo
enfrentaría sus propias fragilidades: propondría al mundo un modelo. Sin embargo, los intereses agroindustriales y los
promotores del turismo tradicional podrían frenar esta transformación, especialmente debido a la falta de financiación y
las resistencias culturales.
Pero tal vez sea en el plano cultural y filosófico donde el impacto del programa EL4DEV encontraría en Grecia su
expresión más vibrante. Tierra de Platón y Epicuro, de Heráclito y Aristóteles, Grecia podría acoger los primeros
“mandamientos filosóficos” del Imperio Verde de Oriente y de Occidente. Se fundarían círculos de sabios, se formarían
reyes-filósofos y nacerían lugares de aprendizaje ético y espiritual. En las infraestructuras de LE PAPILLON SOURCE,
los ideales platónicos serían actualizados en un marco moderno, inclusivo y profundamente participativo. Grecia se
convertiría no solo en un espacio de experimentación, sino en un símbolo: el lugar de un retorno a la armonía entre
naturaleza, espíritu y comunidad. Sería un regreso a la fuente, pero por una vía nueva, abierta y visionaria.
En los territorios rurales o en las islas poco frecuentadas, podría emerger una redinamización económica. Parques
temáticos educativos altermundialistas, anclados en la cultura local y en los grandes relatos de la humanidad,
ofrecerían experiencias inéditas, muy alejadas del turismo de masas. Nacería una nueva economía del turismo
intelectual, ecológico e iniciático, portadora de sentido y de empleos duraderos. Los jóvenes, a menudo condenados al
exilio o al desempleo estacional, podrían encontrar en esta economía de la transición un lugar creativo, con futuro:
bioconstrucción, animación cultural, enseñanza participativa, permacultura, artesanía. Para ello, sería necesario salir de
la lógica de una economía extractiva y estacional que empobrece los territorios mientras los agota humanamente.
Finalmente, en el plano geopolítico, Grecia podría volver a ser un faro. Como miembro fundador de la Unión Social
Mediterránea, junto a Italia, Portugal, España y Marruecos, propondría una diplomacia nueva, basada en la sabiduría,
la cooperación descentralizada, el respeto a los pueblos y a la naturaleza. Este soft power fundado en el intelecto y la
paz sería una respuesta a los callejones sin salida de las alianzas rígidas y de los modelos económicos dominantes.
Sin embargo, la historia reciente ha dejado huellas. La desconfianza hacia los proyectos transnacionales sigue siendo
fuerte desde la crisis de la deuda y la tutela impuesta por las instituciones europeas. Repensar la cooperación a través
de un proyecto como EL4DEV implicaría un acto de fe política y un cambio profundo de relato.
Si Grecia se comprometiera en este camino, podría reactivar su identidad civilizacional, la de un pueblo forjado por el
mar, el pensamiento, la solidaridad y la belleza. Daría nueva vida a sus municipalidades rurales, a sus islas olvidadas,
ofreciéndoles no solo medios, sino un propósito. Se convertiría entonces en un símbolo poderoso de un renacimiento
mediterráneo, a contracorriente de la globalización financiera.
Pero esta metamorfosis no podría realizarse sin condiciones. Requeriría una ruptura narrativa decisiva con la
resignación poscrisis, el despertar de una juventud iluminada, el compromiso de los intelectuales, de los isleños, de los
agricultores, de todos aquellos que se niegan a ver su país reducido a una postal o a un campo de experimentación
neoliberal. Exigiría, finalmente, una colaboración audaz entre el Estado y los territorios, liberada de lógicas clientelistas,
capaz de llevar adelante un proyecto que combine grandeza moral y transformación concreta.
Capítulo 9 – Francia: El regreso a las fuentes de una nación en transformación
En el concierto de las naciones europeas, Francia ocupa una posición singular. Heredera de la Ilustración, marcada por
una fuerte tradición republicana, encarna tanto el espíritu crítico como la ingeniería social. Sin embargo, detrás de esta
imagen de país centralizador e ilustrado, se esconde una complejidad institucional pesada, un tejido rural en declive y
una centralización administrativa que frena cualquier intento de experimentación a gran escala. Y sin embargo, si
Francia, patria de Paul Elvere DELSART, decidiera comprometerse plenamente con el camino político y civilizacional
del programa EL4DEV, podría convertirse en el laboratorio de una renovación global, tanto local, espiritual como
política.
Todo comenzaría con una profunda descentralización del poder. Con más de 34.000 municipios —un récord europeo—
, Francia dispone de una red territorial excepcional, donde la mayoría de los pueblos cuenta con menos de 2.000
habitantes. Esta red, hoy considerada por muchos como una carga administrativa, podría convertirse en el corazón
palpitante de un nuevo modelo social. En la visión impulsada por el programa EL4DEV, estos municipios se agruparían
en Agrupaciones de Interés Económico Sociales, cofinanciando y cogestionando infraestructuras con vocación
educativa, ecológica y turística. El centro de Francia, las tierras de Occitania, las mesetas del Macizo Central o los
viñedos de Borgoña recuperarían una dinámica territorial olvidada, liberada del sentimiento de abandono. Pero el
desafío sería considerable: el Estado jacobino, los múltiples niveles de gobernanza entrelazados (municipio,
intermunicipalidad, departamento, región) y los circuitos de decisión, a menudo opacos, constituyen una verdadera
fortaleza institucional.
La transición ecológica, otro pilar del programa, también encontraría en Francia un terreno propicio. Las Calderas
Vegetales, estos ecosistemas artificiales pero vivos, podrían instalarse en regiones fragilizadas por la erosión ecológica
o social —las Landas, los Pirineos, Lorena o el Aude. Estas estructuras, tanto agrícolas, hídricas como culturales,
contribuirían a restaurar la biodiversidad, a humedecer los suelos, a fomentar la policultura y a frenar la desertificación
rural. Lejos de ser un retorno al pasado, se trataría de una síntesis entre alta tecnología verde y espiritualidad de lo
vivo. Pero también aquí el camino estaría lleno de obstáculos: el enfrentamiento con los intereses del agro-negocio, el
peso del sindicato FNSEA y la dependencia de muchos territorios de la PAC y del monocultivo podrían frenar las
iniciativas.
El modelo EL4DEV también llama a una verdadera revolución cultural y educativa. Francia, rica en patrimonio
intelectual, sería el espacio ideal para ver nacer un "Segundo Renacimiento". Parques educativos altermundialistas
podrían surgir en territorios de alto valor simbólico —Dordoña, Bretaña, los Vosgos—, acogiendo a investigadores,
filósofos, artistas, ingenieros, trabajando juntos por una sociedad más justa, más consciente, más libre. La escuela
sería repensada en torno a la cooperación, la ecología, la filosofía aplicada. Francia, fuerte de su herencia ilustrada,
reencontraría así una vocación perdida: la de ser un faro intelectual al servicio de la emancipación. Sin embargo, el
sistema educativo, centralizado, sindicalizado y fuertemente jerarquizado, podría oponerse a la emergencia de un
modelo alternativo como este, especialmente a escala nacional.
En el plano económico, podría iniciarse una nueva dinámica en los territorios llamados "olvidados": aquellos que nunca
se muestran en los folletos turísticos, pero que encierran tesoros de saber hacer, paisajes y humanidad. El turismo del
mañana, en esta Francia transformada, ya no sería un simple ocio de consumo. Se volvería científico, educativo,
terapéutico. Surgirían empleos duraderos en sectores de alto valor humano y ecológico: bioconstrucción, permacultura,
innovación social, pedagogía viva. Estas actividades, arraigadas, no deslocalizables, permitirían a las nuevas
generaciones dejar de huir del campo para reinventarlo. Sin embargo, la presión inmobiliaria, la inercia económica y la
dominación del turismo de masas podrían obstaculizar esta transformación silenciosa.
Finalmente, como cuna del programa EL4DEV, Francia tendría una responsabilidad particular en el plano geopolítico.
Se convertiría en la figura de proa de la Unión Social Mediterránea, esta nueva alianza basada no en la competencia,
sino en la cooperación, la complementariedad y la autosuficiencia territorial. Propondría una diplomacia nueva, ya no
alineada con los paradigmas liberales o de seguridad, sino orientada hacia la construcción de un mundo resiliente y
justo. Sería una forma de devolver cuerpo a un poder blando francés en crisis, ya no basado en sus instituciones
centrales, sino en el despertar de sus territorios.
Si Francia eligiera comprometerse en este camino, no solo podría reconciliarse con sus territorios rurales, sino también
reencontrarse con su vocación humanista, superando los límites de un Estado tecnocrático y centralizado. Recuperaría
el aliento en una forma renovada, más ética, más espiritual, más conectada con lo vivo.
Pero un proyecto así implicaría una ruptura narrativa fuerte. Habría que renunciar a las lógicas neoliberales, al peso de
una tecnocracia jacobina paralizante, para abrir el camino a una sociedad distribuida, imaginativa, conectada a sus
raíces. Esto también requeriría una movilización ciudadana masiva: de los jóvenes, de los alcaldes rurales, de los
intelectuales independientes, de los artistas, de los agricultores. Porque este cambio no vendría desde arriba, sino
desde el corazón de los territorios.
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